Alguien

 

La vida me tiene a la expectativa. Pasa a veces cuando se busca tener control. Las conclusiones son prematuras. Los momentos que son tan preciados pasan y atraparlos no es suficiente. Quiero tenerlos y poder ver a través de ellos. Quiero poder definirlos y verme con claridad. Poder escoger y recibir responsabilidad. Lograr entablarme como algo único. Quiero atención y su útil designio. La quiero para poder inmiscuirme en mí mismo, para dejar de pensar en otras cosas.

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 Por otro lado, la muerte me ha dejado un vacío. Ese gran hueco del que solo la paz y tranquilidad saben bordear para seguir. Hueco que siempre estará ahí. Concluir algo ahora parece muy infantil. Dar razones y motivos no es a veces lo más aconsejable. Pero tampoco me esconderé entre los huecos ajenos de alguien más. Tengo que bordear mi propio hueco. La oquedad es parte de mí en estos momentos. Siento que estoy recomenzando algo. Que la muerte se ha presentado una vez más para poder regresarme a un tiempo pasado. Que continuar sin tenerla en cuenta sería verdaderamente algo infantil y desconsiderado. Como si hubiese sido guiado hasta este momento. Las expectativas de la vida me rosan sin inquietarme.

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Los corazones entienden de latidos. Los latidos y cómo la sangre viaja por venas y arterias hasta retornar. Las mentes entienden de ideas. Las ideas a veces ajenas y la sutil puesta en escena de las mismas. Las noches y los días comprenden sobre el tiempo. Horas y minutos que conforman el tiempo de las noches y los días como granos de arena. Alguien como yo entiende sobre la vida. Sobre esos momentos que son únicos y personales. Algunos reflexivos y de gran meditación, como otros efímeros y de vasta volatilidad.

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Cada vez más y con cada momento logro ver más el panorama completo. Un panorama que se dibuja a pesar del hueco. Que tiene al hueco como parte del paisaje. Cada órgano está involucrado en nuestra percepción. Utilizamos de todos en su correcto funcionamiento para medir y observar. La vida no es simplemente escurridiza y hay momentos en los que hay que confrontarla. La muerte en cambio tiene su fecha y día y es inescapable. Todos lo sabemos. Estamos caminando hacia ella. Entre vida y muerte pareciera que no hay nada. Tal vez los sueños sean esa parte intermedia. Mientras uno vive colecciona momentos, el panorama se hace más grande, el paisaje cambia y vuelve a ser el mismo. Nadie sabe cómo es la muerte.

Ya no soy otro. Ahora soy alguien o eso es lo que estoy buscando. Me he encontrado con esa necesidad de definir, de encasillar, de conocer. También he dejado cultivarme entre mis meses y lunas. Me he dejado contemplar entre mis querencias y quejas. Ya estoy llegando a un punto en el que puedo conseguir lo que me proponga y aceptar cualquier condición y cualquier circunstancia. Las decisiones son mías.

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En el trayecto he recogido fotos y retazos de personas. Hay muchos conocidos. He dado la mano y he recibido cordialmente saludos. Tengo un abanico de colección de momentos. Momentos que son a veces solo encuentros con la verdadera esencia de las personas. Como si fuesen de mayor grado de naturalidad, estos momentos, son capturados y recordados. Conozco alrededor y he estado afuera. Se han dado oportunidades valiosas para mi formación y disfrute. He estado por caminos transitados y he intentado abrirme los míos propios. Con resultados diferentes. Compartiendo y midiendo mi camino.  Logrando ensanchar el panorama y complacer a un espíritu primerizo y atento. Buscador de verdades he indagado en profundidades que normalmente desecharía como opción, solo para poder tener la experiencia. Lo único de mi trayecto radica en mi experiencia y en mi emoción.

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Veo cómo entre los conceptos ya no divago. Ellos no tienen de mí más que un tiempo pasado. Apuro cuando tengo que definir. No dejo que detalles afecten mi posición. Son palabras que parecieran tienen algo de sobra, como algo más, pero es parte de la comunicación. Es parte de la expresión cotidiana usar conceptos repetidamente. Creo que esa obsesión por los conceptos era algo sobre el bien y el mal o sobre la moral, tal vez la ética. Solamente tengo que ser como soy. Tengo que ser alguien.

 

Fluyo como un ritmo que ensordece decentemente. Los oídos reciben de mi vibración e internalizan provocando nuevos significados. La audición es complementada por los otros sentidos. Definir entonces se vuelve algo placentero, y juzgar y medir se convierten en parte esencial. La cordura no siempre dispuesta a jugar da atisbos de elocuencia. La vida tiene mucho por ofrecer pero no se lo ofrece a cualquiera.