The Golden Thrill

La mañana había comenzado. El sol calentaba la superficie. Las nubes abrían espacio para que los rayos de luz entraran. La grama recibía parte del calor. La otra parte lo recibía la acera, los edificios y las casas. El sol, esa bola de fuego que imparte su voluntad a todas las creaturas estaba en su momento primario del día. Su brillo luminoso que penetraba en todos los poros, incluso en los de Juan. Iluminado por la naturaleza que daba vida salió a caminar en la ciudad. Sale temprano, aunque a veces sale más tarde. Va por la calle, va con paso rápido. Consciente de que no se topará con nadie. Varias veces se ha encontrado con amigos, pero estas son casi que nulas. Esta vez tiene el presentimiento de que será una caminata silenciosa y solitaria. Le gusta ejercitarse. Hace ejercicios y regresa a su casa. Tiene puestos sus zapatos favoritos. Cuando llega toma toda el agua posible. Le gusta mantenerse hidratado. Es una buena costumbre. Hay que beber mínimo unos dos litros de agua al día. Siente como sus piernas están ejercitadas. Le gusta por las mañanas especialmente caminar. Juan sabe que esa rutina le ayuda a comenzar el día. Sabe, además, que caminar es dejar de pensar. Dejar de pensar en cualquier cosa. Sus pensamientos nacen en su conciencia a menudo. Es un gran pensador. Nunca está en silencio. Mentalmente repasa sus pensamientos y los conecta. Se da cuenta de quién es. Se da cuenta de que 6 le falta una pareja. Se da cuenta de que su juventud es su cualidad fuerte. Permanecer siendo joven es imposible. Pero el ejercicio ayuda a mantener la salud. Y eso lo es todo.